Origen del Copihue
El copihue (Lapageria rosea) es una enredadera nativa de los bosques templados de Chile, donde crece de forma silvestre entre helechos, quilas y grandes árboles nativos como el coigüe y el olivillo. Su hábitat natural se extiende desde la Región de Valparaíso hasta Los Lagos, en zonas húmedas y sombrías, donde trepa entre la vegetación buscando la luz.
Mucho antes de ser estudiado por la ciencia, ya era conocido y valorado por el pueblo mapuche, quienes lo consideran una planta sagrada asociada a la belleza, la pureza y la espiritualidad. Sus flores han sido usadas en rituales, como ofrenda, y también como símbolo de respeto hacia la naturaleza.
Esta profunda conexión con el territorio y la cultura ha hecho del copihue mucho más que una flor: es un emblema viviente del sur de Chile, que ha inspirado mitos, canciones y una profunda admiración por generaciones. En reconocimiento a su importancia simbólica y cultural, fue declarado flor nacional de Chile en 1977.
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1725 – Louis Feuillée
El primer registro botánico confiable del copihue proviene del explorador y botánico francés Louis Feuillée, quien viajó por el sur de Chile entre 1707 y 1712. En su obra Journal des observations physiques, mathématiques et botaniques, describe una planta trepadora que llama “Vochi”, con flores grandes de un rojo carmesí intenso, perfumadas, y con manchas blancas longitudinales. También menciona su fruto comestible, de sabor dulce y textura mucilaginosa. Feuillée observó esta especie en la zona del Biobío, cerca del paralelo 37°, dejando el primer testimonio europeo sistemático del copihue. Su dibujo, acompañado de una detallada descripción morfológica, sería clave para posteriores identificaciones botánicas.
1782 – Abate Molina
Juan Ignacio Molina, sacerdote jesuita y naturalista chileno, fue uno de los primeros criollos en describir la flora de Chile desde una perspectiva científica. En su obra Saggio sulla storia naturale del Chili, presenta al copihue como un arbusto sarmentoso muy apreciado por su belleza, de follaje perenne y flor colgante de forma acampanada, con seis pétalos gruesos de color rojo intenso y manchas blancas. Destaca su potencial ornamental para jardines y su presencia común en los bosques húmedos del sur de Chile. En una edición posterior de su obra (1810), introduce por primera vez el nombre Lapageria rosea, anticipándose al reconocimiento formal de la especie en Europa.
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1802 – Ruiz y Pavón
Los botánicos españoles Hipólito Ruiz y José Antonio Pavón, miembros de la Real Expedición Botánica al Virreinato del Perú y Chile, son quienes oficialmente otorgan el nombre Lapageria rosea al copihue. Este aparece publicado en la monumental Flora Peruviana et Chilensis, acompañada de una lámina ilustrativa. El género Lapageria se estableció en honor a Josefina de Beauharnais (Lapagerie era su apellido de soltera), una apasionada de la botánica y esposa de Napoleón Bonaparte. La descripción botánica de Ruiz y Pavón consolida al copihue dentro del sistema linneano de clasificación, lo que permite su introducción en jardines botánicos europeos a lo largo del siglo XIX.
1849 – John Smith
A mediados del siglo XIX, el reverendo estadounidense Wheelwright envió desde Concepción una planta viva de copihue al Real Jardín Botánico de Kew, en Londres. Aunque la planta no floreció, John Smith, curador de Kew Gardens, publicó una ilustración detallada basada en la especie y elogió sus cualidades ornamentales. Este acontecimiento marca el inicio del interés sostenido por el copihue en Europa, y el reconocimiento de su singularidad como especie exótica sudamericana. A partir de entonces, el copihue comenzó a formar parte de colecciones botánicas de élite en Inglaterra, Francia y Alemania.
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1854 – Claudio Gay
El naturalista francés Claudio Gay, autor de la monumental Historia física y política de Chile, identificó y describió dos formas del copihue: Lapageria rosea y Lapageria alba, diferenciándolas por el color de sus flores. Gay expresó que, por su belleza, el copihue estaba destinado a volverse una de las plantas favoritas de los horticultores europeos. También destacó su hábitat natural en los bosques templados del sur de Chile y su potencial como planta cultivada. Gracias a su obra, el copihue fue visto no solo como una curiosidad botánica, sino como una flor con valor ornamental y cultural.
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1856 – W.J. Hooker
El prestigioso botánico británico William Jackson Hooker publicó una ilustración de la variedad blanca pura del copihue (Lapageria rosea var. albiflora) en la revista Curtis’s Botanical Magazine. La planta provenía del Jardin des Plantes de París, y fue una de las primeras variedades no rojas que se cultivaron fuera de Chile. Hooker elogió la elegancia de su forma y el contraste de su flor blanca con el follaje oscuro. Esta publicación consolidó el interés botánico y estético en la diversidad natural del copihue, y sentó las bases para su colección y cultivo en Europa durante la segunda mitad del siglo XIX.
Década de 1880 – Familia Larenas en Cobquecura
En la localidad costera de Cobquecura, la familia Larenas creó una de las primeras colecciones privadas de copihues con variedades de distinto color, recolectadas directamente de los bosques de la región del Ñuble. Lograron reunir más de 20 formas distintas, incluyendo flores blancas, rosadas, moteadas, color crema y de pétalos torcidos. Estas plantas eran propagadas y conservadas como parte del jardín familiar, con un conocimiento empírico profundo. Su labor fue pionera en el rescate y conservación de la variabilidad genética natural del copihue, adelantándose en décadas a cualquier programa formal de mejoramiento.
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1919–1960 – Elbert Reed y El Vergel
El horticultor Elbert Reed, director de la Granja Escuela “El Vergel” en Angol (regentada por misioneros estadounidenses), dedicó buena parte de su vida a la propagación del copihue. A partir de plantas obtenidas en Cobquecura y otras zonas del sur, Reed desarrolló un método de clasificación de variedades por número, asegurando su reproducción clonal mediante esquejes. Su jardín llegó a contener más de una decena de variedades notables, como la N°6 (rojo oscuro uniforme) o la N°9 (rosado carne), muchas de las cuales siguen presentes en jardines especializados hasta hoy. Además, fomentó el cultivo del copihue entre agricultores locales, combinando ciencia, pedagogía y amor por la flora nativa.
1984 – Erich Maack
El investigador chileno-alemán Erich Maack publicó El Copihue y su cultivo, un libro que recopila décadas de conocimiento práctico y científico sobre esta flor nacional. La obra aborda temas como el hábitat natural del copihue, su morfología, tipos de suelo, técnicas de propagación (por semilla y por esqueje), y la identificación de variedades. Ilustrado con fotografías a color, este libro sigue siendo una de las fuentes más completas sobre el tema, y ha sido fundamental para viveristas, botánicos y amantes del copihue en todo Chile.
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2000–Actualidad – Eric Chait Mujica
En las primeras décadas del siglo XXI, Eric Chait Mujica ha emergido como el principal referente en Chile y uno de los más importantes a nivel mundial en el estudio, conservación y propagación del Lapageria rosea. Su trabajo ha marcado un antes y un después en la historia del copihue, tanto en el ámbito científico como cultural. Ha publicado dos libros fundamentales: Copihue, Caracterización y Usos y El Copihue: La Flor Nacional de Chile, que reúnen información inédita y profunda sobre botánica, historia, cultivo, propagación y usos de esta especie única.
Eric ha desarrollado la mayor colección de variedades de copihue jamás registrada, muchas de ellas inéditas, rescatadas de antiguos jardines, bosques nativos o generadas mediante reproducción dirigida. Ha liderado estudios pioneros sobre la genética de los colores florales, documentando y clasificando nuevas formas y patrones de pigmentación. Uno de sus logros más notables es la obtención del primer híbrido entre el copihue (Lapageria rosea) y el coicopihue (Philesia magellanica), una hazaña histórica en la horticultura chilena que da origen a una nueva planta: Philageria, de gran valor científico y ornamental.
Su constante trabajo de recolección, propagación, documentación y educación ha contribuido significativamente al rescate y puesta en valor del copihue, no solo como símbolo nacional, sino también como patrimonio vivo en peligro. Continúa desarrollando nuevas variedades, investigando, cultivando y educando a nuevas generaciones, consolidándose como una figura clave en la protección del patrimonio botánico de Chile.